domingo, 27 de junio de 2010

Entre luces y sombras III

Todos los allí presentes enmudecieron porque para bien o para mal cada uno de ellos en sus pensamientos creían lo mismo.

Gema estaba aterrada. "Menuda panda de locos" pensó para sus adentros, "que pena que un chico tan guapo se desperdicie de esta forma".

-Mirar, no entiendo nada, pero sé y estoy segura de que jamás lo entenderé- Gema estaba buscando las palabras adecuadas, pero es que no tenía otro nombre que...- secta, esto parece una verdadera seecta; "Daniel, tú no eres como ellos", "un mundo que se debate entre luces y sombras", ¡que chorradas!- las carcajadas empezaron a brotar sin que pudiera hacer nada para contenerlas- y por si fuera poco me habeis llamado... como era... ¡luz!- su risa lleno la habitación cubriendo el silencio incómodo en el que se habían sumido los demás mientras ella hablaba.

-¡Basta!- Gema paro de reir a la vez que todos miraron al chico robusto de antes- es suficiente, quizás sea necesario que veas para creer- sus palabras estaban tan afiladas como el filo de una navaja y provocaron unos sentimientos en Gema que jamás había sentido juntos, estaba confundida, aterrorizada y nerviosa, a la vez.

-Rubén, no creo que sea necesario...- Daniel parecía estar tan atemorizado como Gema- yo la haré entrar en razón

-No creo que lo consigas y no tenemos el suficiente tiempo como para comprobarlo, así que será mejor que lo descubra por si sola; por favor Eric, procede- su voz era serena y autoritaria, sin duda alguna era el líder de todos los que allí estaban congregados.

-¡No!, te lo ruego, por favor, déjame intentarlo- sus ojos se teñían de lágrimas a la par que mi corazón se encogía por el miedo. Rubén fue despacio hacía este y tomo la barbilla de Daniel con sus manos.

-No hay tiempo, es necesario- Daniel cerró los ojos con fuerza mientras se levantaba con cautela.

-En tal caso, prefiero irme- y tras pronunciar aquellas palabras cargadas de rabia contenida, o al menos eso pensó Gema, se marchó con paso firme hacia la puerta, la cual, no había podido observar hasta ese instante. "¿Qué tendrán pensado hacer conmigo para que ni siquiera Daniel, que parecía tan fuerte y valiente, quisiera verlo?" pensó mientras la cabeza le daba vueltas y la habitación giraba a su alrededor a un ritmo vertiginoso.

-Eric, ¿serías tan amble?- no era una pregunta, era una orden, cortes, pero orden. Este, que era el más pequeño de los chicos, se encaminó de forma sigilosa a la posición de Gema y antes de que ella pudiera hablar, Eric hizo un leve movimiento con el que la dejó tumbada en el suelo, inconsciente.

2 comentarios:

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  2. Abrigamos una multitud de prejuicios si no nos decidimos a dudar, alguna vez, de todas las cosas en que encontremos la menor sospecha de incertidumbre.
    (René Descartes)

    28 de junio de 2010 09:10

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