martes, 31 de enero de 2012

It doesn't matter

Vivimos. Sí, es una frase corta, tan solo un verbo, pero qué podría ser más imprescindible. Eso es lo que hacemos; vivir. Y pobre del que aún no se haya dado cuenta.

Ahora bien, alrededor de esa afirmación hay muchas preguntas. Por ejemplo, ¿cómo? ¿Cómo vivimos la vida? O ¿cuándo? ¿Cuándo la vivimos al máximo? O ¿quién? ¿Quién la vive con nosotros? Será por preguntas. Otra cosa son las respuestas.

Os diré lo que yo pienso. La vivimos como podemos, intentando ser felices. Pero la felicidad es como las cosas que dejamos encima de la mesa, basta que lo tengamos enfrente para que no lo veamos. No solemos enterarnos hasta que nos estampamos contra ella, pero tenemos suerte, ese golpe no hace ningún daño, aunque sí algunos de los que le precedieron. 

La pasamos disfrutando cada instante, saboreando cada segundo, viviendo al máximo, que no al límite (aunque a veces también). Puede que ni nos demos cuenta, puede que no seamos consciente de ello, pero cada cosa que nos pasa nos lleva a ser quienes somos, a querer lo que queremos y a disfrutar de lo que ya tenemos. 

Y, con quién se podrá disfrutar mejor de todo ese bonito viaje de colores nuevos y aires distintos que con nuestra familia. Y por familia entiendo a todos aquellos que estuvieron contigo y te apoyaron, los que te hicieron sonreír y puede que llorar de vez en cuando, aquellos a los que, aunque no se lo recuerdes todos los días quieres de todo corazón y sabes que te quieren de vuelta, porque al igual que ellos estarán siempre contigo, tú siempre estarás para ellos.

Porque, sinceramente, no importa que nos ocurra, como estemos o que pensemos, no importa si el obstáculo es grande y aún menos si la alegría nos desborda, no importa ni cómo, ni cuándo, ni dónde, los nuestros siempre estarán ahí para recordarnos que solo estamos aquí para hacer una cosa, que nuestro cometido en esta vida se reduce a una simple palabra, que todo lo demás, todo lo que nos hace perder ese horizonte, no merece la pena. Y es que estamos aquí, para VIVIR.


sábado, 21 de enero de 2012

Fear

Puede que tengamos miedos a las grandes decisiones, eso no nos hace peores; nos hace humanos. Pocas cosas hay más características del ser humano que el miedo. Es el que te marca límites y levanta barreras. Te dice hasta donde puedes llegar. Eres tú el que debe demostrarle que eres capaz de más, de saltar cualquier muro, de esquivar cualquier contratiempo.

Lo cierto es que, pese a lo que creamos normalmente, si te paras a pensarlo descubrirás que no tenemos miedo de lo que sentimos, ni de lo que hacemos, ni de lo que deseamos. Tenemos miedo a como encaje eso con el resto, a la respuesta que recibamos de los que nos rodean, de los que nos importan. Vivimos fingiendo que nos dan igual las apariencias, lo que piensen de nosotros, pero nada de eso es cierto. Nos duele que alguien a quien queramos no nos acepte tal y como somos o nos rechacen por ser diferentes, por no seguir las modas ni los dictados de la sociedad o simplemente de que no nos quiera como nosotros lo hacemos. Podemos decir que no es cierto, pero nos duele, y precisamente a ese dolor es a lo que tenemos miedo. Tenemos miedo de que duela. Y no tan solo a nosotros, a veces nosotros somos lo de menos, sino a los demás, a esos que nos importan tanto que los anteponemos a nosotros mismos.

Pero ¿por qué tener miedo? Quiero decir, el miedo nos paraliza, nos deja estancados, débiles. Nos empuja y nos dirige a su antojo, hace lo que quiere con nosotros. Nos dice quienes debemos ser y que debemos querer, sentir y pensar. 

Con esto no quiero que deis por hecho que el miedo es malo, al contrario. Nos hace crecer, pero solo si conseguimos vencerlo; y no se puede ganar una batalla si ya la das por vencida. Aquí no se trata de ser pesimista ni optimista. La vida es demasiado imprevisible como para ponerle etiquetas, para pensar que todo es bueno o todo es malo. Lo único que puedes hacer es partir del no, de cero. El no es lo que tienes. No puedes perder un sí, porque no lo tenías. Y si eso es lo que tenemos, por qué nos da tanto miedo dar un paso más, arriesgarnos a conseguir todo partiendo de nada. Por lo que conlleva. Toda pregunta lleva asociada una respuesta de la misma forma que las acciones una series de reacciones. Y son exactamente esas, las segundas partes, las que nos dan miedo.

Pues ¿sabéis lo qué os digo? Que si el miedo puede con vosotros, si por miedo a las consecuencias no tomáis la decisión de hacerlo, de seguir adelante, que si os arrepentís por algo que no habéis hecho aún; merecéis quedaros con ese no que ya tenéis, por no arriesgaros a conseguir un sí a cambio.


Chapeau

sábado, 14 de enero de 2012

Do it!

Si supieras que todo lo que hicieras hoy te saldría bien, ¿que harías?
Pues sal ahí y ¡hazlo!



viernes, 13 de enero de 2012

Open your window

Hay mucha gente que está a nuestro lado. Quizás no les veamos en todo momento e incluso puede que pasemos una temporada sin ellos, pero siguen ahí. Para nosotros, por nosotros. Son nuestro todo y nuestro nada.

Muchas veces nos encontramos con situaciones confusas, en momentos en los que no sabemos que hacer, con más problemas de los que creemos poder manejar. Y es que normalmente se nos olvida algo muy importante: no estamos solos.

Sé que suena a película de terror, pero nada más lejos de la realidad. Esas tipo de cosas son aquellas que nos ayudan a ver quienes son los que debemos mantener a nuestro lado, los que nos muestran lo bueno en lo malo, la luz en la oscuridad. Sí, somos nosotros quienes debemos seguir adelante, pero sin ellos la tarea sería mil veces más pesada. 

A lo largo de nuestra vida entrarán muchas personas, unas formarán parte de ese grupo que se queda y otras del que se van, pero todos te enseñarán algo. Y recordar un hecho importante que yo misma he tardado en entender, las personas que más tiempo llevan en tu vida, no tienen porque ser las que se queden para siempre ni las que conozcas mejor. Si algo me han enseñado en este tiempo es que la vida siempre se las arregla para sorprenderte, tanto para bien como para mal.

Así que vive cada día como si fuera el último, pues alguno lo será, y cuida a los que te rodean como si fueran únicos, porque aunque tú a veces no te des cuenta, lo son.

Por último, solo quiero avisarte de que no olvides dejar tu ventana abierta pues, quién sabe si por miedo a que entre la luz dejarás de ver lo hermoso que es el mundo.


domingo, 8 de enero de 2012

You and me go masquerading

La gente bailaba despreocupada a su alrededor, como si se tratara de una bonita coreografía.

Planchó una vez más su vestido y se dirigió hacia un lateral de aquel enorme salón. Mientras se abría paso entre las masas, observó como todo estaba perfectamente decorado. Se imaginaba en la Venecia de hacía ya bastantes años, en una fiesta exclusiva, pero en una época completamente distinta.

No estaba muy segura de cómo sentirse. Aquellas máscaras convertían a sus propietarios en la personas que ellos quisieran ser. Por una noche toda esa gente podría convertirse en quienes más desearan, sin prejucios, sin tener que dar la cara. Lo cual, a su vez, incluía todo lo que no era nada bueno. Podías ser un ángel con aureola incluída, pero también el mismísimo diablo.

Ella por su parte había escogido aquella fiesta para decírselo. No le desvelaría quién era, no hacia falta, él por si solo lo descubriría, probablemente. Y luego, saldría corriendo. Sí, eso era lo que iba hacer. Y sin embargo, al mismo tiempo, deseaba que la viera, que supiera que era ella con toda seguridad. Pero, como tantas otras veces, era consciente de que no se trataba del momento más adecuado.

Recorrió de nuevo la estancia, pero esta vez solo le buscaba a él y una vez lo hubo encontrado, se acercó sigilosamente, dejando que la música absorbiera el eco de sus pasos.

Tan solo estaba a escasos metros de él cuando su corazón empezó a latir más deprisa y en su estómago comenzaron a danzar cien mariposas al unísono. Fue el momento perfecto para escuchar la balada que acababan de poner. Sus miradas se encontraron como en el más maravilloso cuento de hadas y sin siquiera tener que darse permiso uno al otro, empezaron a mover los pies al ritmo de la música que les mecía. Él creía no conocer a aquella hermosa chica a la que sostenía entre sus brazos y ella no podría haberle confundido con ningún otro. Bailaron pegados, apoyados el uno en el otro, sintiendo su respiración.

Una vez acabada la canción, llegó el momento de las confesiones. Ella se acercó a su oído y le dijo aquello que tenía miedo de sentir. Pronunció esas dos palabras, que pese a estar formadas por tan pocas letras, significaban más de lo que ninguno de los dos pudiera llegar a imaginar.

Y dicho esto, se dió la vuelta, respiró hondo y salió corriendo, tal y como tenía planeado. Dejó que sus pies la llevaran lejos, la sacaran de allí lo más rápido posible.

Lo había hecho, pese a que ahora saliera despavorida, lo había hecho. Y justo cuando estaba a punto de cruzar la puerta para llegar a la calle, justo entonces, una mano la agarró. Se dio la vuelta y le vio. En realidad no podía ver nada más que sus vivos ojos marrones, para algo llevaba una máscara, pero sin duda alguna era él.

Se subió su careta hasta que dejó de taparle la cara y acercó sus labios a los de la chica. Y justo cuando estaba a punto de besarla, se paró, la miró a los ojos y pronunció su nombre a modo de pregunta.

Y con él a tan solo dos centímetros, ella se quitó el antifaz y descubrió su rostro, sonrojado ante tal afluencia de sentimientos.

Por toda respuesta él sonrió y la besó.


Sin duda alguna se trata de una bonita historia, una de esas que no crees que podrán pasarte a ti, una de esas con las que piensas en la imaginación que poseen los que escriben. Pero, ¿y si te dijera que se trata de una historia real? ¿Y si te dijera que todo esto ocurrió en algún lugar no hace mucho tiempo?

Vale, esta vez no es cierto, pero recordar que en muchas ocasiones la realidad supera la ficción.

sábado, 7 de enero de 2012

Fairy tales

- Tú aún no puedes entenderlo.

- ¿Cómo que no? ¡Claro que puedo! No soy tonta ¿sabes?

- Sí, sé que no lo eres. No se trata de eso

- Y si no se trata de eso, ¿qué ocurre?

- Ves, esa sí que es una buena pregunta. Y ni yo misma que lo sufro, lo sé con exactitud.

- Eso no tiene sentido. Aquí la única tonta eres tú.

- Es verdad.

- ¿Sí? Y ¿por qué?

- Pues porque echo de menos algo que no tengo.

- Ves, lo que yo decía. Eres tonta.

- Muy bien. Y ya que las dos hemos llegado a la misma conclusión, ¿qué te parece si te leo un cuento y te duermes de una vez, pequeña cotilla?

- ¡Hey! ¡No me llames así!- el cuerpo de su hermana pequeña se pierde entre las sábanas y ella se sienta a un lado con "La cenicienta" entre las manos.- Hermanita, ¿te puedo hacer una pregunta?

- ¿Otra?- la mira como si estuviera cansada de tanto hablar, pero en realidad le encantan aquellos momentos que comparten antes de que se duerma.- De acuerdo

- ¿Te duele mucho?

- No lo sé. Sólo sé que duele. Bueno, eso y que se pasará.

- ¿Cuando?

- Cuando encuentre lo que ando buscando.

La niña asiente, pero aún tiene mil preguntas rondando por su cabeza. No entiende por qué su hermana dice esas cosas tan raras.

Poco a poco, van leyendo como cenicienta llega al baile, ve a su príncipe y pierde su zapatito de cristal. Es entonces cuando en la cabeza de la niña, todo encuentra sentido de repente.

- ¡Ah! ¡Ya lo entiendo! Tú eres como cenicienta. Estas tratando de encontrar al príncipe que tiene tu zapato de cristal ¿no?

La hermana mayor comienza a reír a carcajadas ante la idea de la pequeña.

- Sí, exactamente. Es eso lo que me pasa- dice ella aún con lágrimas en los ojos de tanta reír.

- Pues tú no te preocupes. ¡Yo te ayudaré a encontrarlo!- Y ambas se funden en un abrazo mágico.

Es posible que una no encuentre a su príncipe ni su zapato y la otra pronto dejará de creer en cuentos de hadas, pero hasta entonces solo existirán ellas y aquella fantástica promesa.


viernes, 6 de enero de 2012

Stop and look around

Seguramente algún día te hayas levantado con una sonrisa y te hayas acostando sin saber por donde empezar a pensar. Es muy posible que en más de una ocasión te hayas rendido ante todo lo que llegaba de golpe y hayas explotado. Que hayas pensado que quizás el destino o el cosmos o lo que sea podía fastidiar a alguien que no fueras tú por una vez.


Y es que ciertamente estas cansado de que todo empiece saliendo mal.
Quizás lo que te haga falta es pensar por un momento; no en lo mal que va todo, ni siquiera en lo mal que puede llegar a ir. No. Tienes que pararte a pensar en lo que ha pasado, sin más, sin matices ni colores.


Porque las cosas que te ocurren pueden parecer malas en un primer momento. Demasiado complejas y venir todas de una. Agobiarte tanto que no te dejan respirar. Y quedarse ahí dando vueltas y vueltas sin que te dejen en paz.


Pero lo cierto es que no se trata de como parece que son las cosas, sino de como estás tú dispuesto a verlas.

miércoles, 4 de enero de 2012

I'll be there for you

Ya sabéis lo que dicen: "Año nuevo, vida nueva". 
Pues no les hagáis ni caso.

Parece que cuando comienza un año se debe olvidar todo lo que ha ocurrido en el anterior, y no es cierto. Hay que recordarlo todo, tanto lo bueno como lo malo. 

Puede que ciertas partes sean dolorosas o nos cueste más asumirlas, puede que hayamos cometido muchos errores o hayamos tropezado demasiadas veces, puede que no queramos echar la vista atrás por mucho tiempo, pero es necesario.

¿Que por qué es necesario? Muy sencillo, porque precisamente en esos malos momentos, en esos días de debilidad, cuando no queríamos ver lo que estaba ante nosotros y solo deseamos llorar, siempre hubo alguien a nuestro lado. Siempre hubo un amigo que nos hizo reír, pese a que nosotros nos negáramos a hacerlo, nos escuchó una y mil veces aunque siempre dijéramos lo mismo, nos mostró que la vida es mágica y que seremos felices si realmente nos esforzamos en serlo, sonriendo, viendo el lado positivo, encontrado la nota de color.

Sí, con eso es con lo que hay que quedarse, con que estuvimos abajo así que estaremos arriba sin mucha tardanza, que caímos y encontramos una mano que nos ayudó a levantarnos, que lloramos pero hubo quién nos ayudó a secarnos las lágrimas. Y todo lo negativo, seguirá ahí, para recordarnos que sin cosas malas, no habría cosas buenas.

Y si nada de esto os convence, el tiempo se encargará de darme la razón. Porque esas personas no sólo están en los momentos malos, no. Esas personas, a las que sin saber muy bien cuando empezamos a llamar amigos, se quedan ahí para siempre.