sábado, 12 de junio de 2010

¿Algo más que amigos?

Ensimismada, distraida, embobada, así estaba Luz en clase de lengua; absorta en sus pensamientos mientras miraba por la ventana observando el revoloteo de los pájaros que se mezclaba con el ruido del aula por la cual la profesora Clotilde paseaba, posando su mirada en cada uno de sus despistados alumnos que sin advertir apenas su presencia charlaban y se reían por todas esas cosas que se contaban unos a otros del fin de semana. Pero Luz tenía poco que contar, pues lo único en que conseguía pensar era en él. Un chico castaño de ojos marrones que se sentaba cerca de ella y al que conseguía observar gracias al reflejo que obtenía del cristal de la ventana. Quizá penseis que, por estos rasgos era como todos los demás, pero ella veía en él algo especial; su forma de hablar, de sonreir e, incluso, de andar eran diferentes a las de los demás.

Poco a poco había entablado una buena amistad con él, pero hay radicaba el problema; solo la veía como a una amiga.

Sus padres siempre le decían que el amor era algo natural, hermoso, mágico e incontrolable y que todo aquel que caiga en sus redes debe disfrutar de él; por supuesto ellos estaban muy enamorados y siempre habían conseguido superar cualquier crisis por grande que pudiese parecer.
Pero aquello a ella le parecían bobadas y cursilerías, porque el hecho de que te guste alguien es maravilloso mientras ese amor sea correspondido, de lo contrario pasa a ser un asco.

El timbre dio el aviso de que aquella estúpida clase por fin había llegado a su fin, y Luz solo podía preguntarse para que existiría una asignatura en la que nadie aprendía nada; o ¿acaso alguien sabía cual era el temario de ese año?, desde luego, ella no. Definitivamente las clases de lengua, si las daba la señora Clotilde, no tenían ningún sentido.

Entre tanto todos se habían levantado y se disponían a salir por la estrecha puerta en tropel. Vera, que era una de las amigas de Luz, se acerco a ella con sigilo, evitando que esta se diera cuenta.

-En qué piensas que estas tan distraída- le dijo Vera asustándola, a la vez que la sacaba de sus ensoñaciones.

-Pues tan despistada como los demás, ¿o es que has visto a alguien atendiendo y yo no me he dado cuenta?- desde luego intentaba eludir el hecho de tener que responder realmente a aquella simple y a la vez complicada pregunta.

-A mi no me engañas, a ti te pasa algo y sabes que lo terminaré descubriendo- se dió la vuelta para marcharse y cuando llegó al marco de la puerta se apoyó en él y añadió- por cierto, ¿no te había dicho nunca que mientes fatal?- salió de la clase e inmediatamente después se echó a reir con sorna del intento fallido de Luz por ocultar ese espantoso sentimiento que le revolvía el alma y le hacía latir el corazón como si fuese a salirse de su pecho, ese frustrante y a la par agradable sentimiento.

Sin duda y como siempre, Vera descubriría su pequeño y a la vez tan importante secreto; estaba enamorada, y si no lo estaba le faltaba poco, de aquel chico castaño de ojos marrones al cual para sus adentros, y de forma humillante si lo supieran los demás, ella había apodado "El Caballero Orgulloso", y sabía que jamás sería mutuo.

Definitivamente, el amor es un asco.

1 comentario:

  1. Aún sin sentido, sin razón ni pensamiento, aún sin saber por qué te amo o por qué te pienso... pero sé que existes, y que eres mi sueño....

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