jueves, 22 de diciembre de 2011

I'm a shoulder you can cry on

A veces no puedes controlarlo. Las cosas pasan. Sí, puede que sonrías aunque no te apetezca, te hagas el fuerte por fuera, finjas que no te importa o no es para tanto. Pero, dentro de ti, solo encuentras caos.

Sí, has intentado colocar cada cosa en su sitio, verlo desde ángulos diferentes, quebrándote la cabeza ante el desorden. Se puede vivir en una habitación llena de trastos por el medio, estudiar en una mesa repleta de papeles e incluso dormir en una cama con las sábanas revueltas, pero no puedes guardar la calma cuando en tu interior solo hay tempestad.

Tu cabeza, entre tanto, está trabajando al triple de sus posibilidades para sacarte de ahí. Porque el pozo es profundo, así que la cuerda debe ser larga. Tus músculos se han agarrotado y tu lacrimal anuncia inundaciones en breve. Y tu sigues ahí, sin saber como ordenar todo lo que llevas dentro.

Porque no, no es cosa de un día, no es cosa de una confesión, ni algo pasajero. No se trata de algo que fue, es o será. No. Es mucho más complicado. Se trata de sentimientos. Y, todo aquello que afecta al corazón, merece una atención especial y cuidadosa.

Por un lado estas tú y por otro todo lo demás. Por un lado está lo que sientes y por otro lo que se supone que deberías sentir. Por un lado esta la amistad y por otro aquello que se convierte en algo más. Por un lado están tus latidos, que van a un ritmo dispar debido a las presiones a las que se encuentra sometido tu corazón, y por el otro están tus pensamientos, acosándote a un una velocidad de vértigo. Sí, hay muchos lados que tener en cuenta, mucho que pensar, mucho que sentir.

Y ¿qué haces ahora? Ya sabes que estás mal. No como cuando te duele la tripa ni la cabeza. Sino como cuando quieres llorar. Simplemente llorar. Enterrar la cabeza en la almohada y llorar. Con suerte, todo aquello que te presiona se quede impregnado en tu almohadón por culpa de las lágrimas y te deje de una vez en paz.

Sí, llorar a veces viene bien. No porque estés triste ni deprimido, sino porque necesitas que todo ese caos salga por alguna parte. Y una vez has llorado, dormido y despertado de nuevo, ves las cosas de otra forma. Porque sí, tus problemas siguen siendo igual de grandes y las soluciones buenas para todos salieron corriendo hace tiempo por la puerta de atrás. Pero recuerda que:

"Por muy pequeña que sea tu ventana, el cielo seguirá siendo igual de grande"

Bueno, eso y que, si necesitas cualquier cosa, puedes contar conmigo. Ya sabes que siempre estaré aquí cuando quieras para contar las estrellas.


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