viernes, 12 de agosto de 2011

I let myself go

El viento me daba en la cara mientras pedaleaba a toda pastilla subida en mi bicicleta. La tenía desde hacía un año y ya estaba completamente customizada. Había pintado de todo y estaba llena de dedicatorias de mis amigos. Adoraba aquella bicicleta. Cuando mis padres me la regalaron pensé "¿me dan una bicicleta para ir por una gran ciudad? Están locos" Pero poco a poco se convirtió en lo más valioso que tenía. Ella hizo que encontrara a la que ahora era mi mejor amiga, con ella casi atropello al que se ha convertido en mi novio y gracias a ella recuerdo que pese a que todo parezca volverse gris hay muchas personas que me apoyan y todas pusieron su nombre en aquel trozo de metal con ruedas.

Llegué a la cita por los pelos. El sol brillaba en lo alto. "Un buen día para ir de picnick" pensé. Le ví apoyado en la farola, esperando impaciente mi llegada. Era su cumpleaños y le había preparado algo especial. Jamás pensé que yo pudiera estar con un chico como él. Yo que soy más bien rechonchita, normalilla, de las que pasan desapercibidas; y él, que era alto, guapo e inteligente. Por supuesto tenía sus defectos, pero solo los sabías si llegabas a conocerle bien. ¡Y todo gracias a aquella bicicleta!

-¡Hola!- fui a darle un beso en los labios pero giró la cabeza y fue a parar a su mejilla.- ¿Qué pasa?

-Verás tenía que decir algo- se puso serio y me miró afligido. No tenía buena pinta- Me tengo que ir

-¡Ah! Que susto me has dado. Si es eso, quedamos mañana ¿vale?

-No, no es eso. Quiero decir que me voy de aquí, del país. Mis padres se van por trabajo y yo tengo que...- no oí nada más. "Se iba. Se iba. Se iba", no podía dejar de repetir aquella frase en mi cabeza.

No respondí. Le besé mientras las lágrimas empezaban a correr por mis mejillas y salí corriendo. Huí. Me subí a aquella bicicleta sin rumbo fijo, intentando encontrar de nuevo lo que había perdido: mi corazón.

Aquel fue un día terrible. Esa había sido la primera relación seria que había tenido. Bueno, la primera relación de cualquier tipo, en realidad. Después de aquella historia con el chico de mis sueños parecía que jamás encontraría a nadie como él, hasta que me di cuenta de que él ya era parte del pasado. Debía pasar página, conocer gente nueva, tener relaciones distintas. Salí con tres o cuatro chicos después de él. Les quería pero llegado un momento la relación llegaba a su fin. ¿Cómo puedo explicar eso? Lo que quiero decir es que llegaba un punto en el que no teníamos nada nuevo que decirnos y la rutina para mi era algo que no podía darse en una pareja.

Mientras tanto mi bicicleta siguió aparcada en la parte trasera del jardín de mi casa. Cada vez que la veía recordaba a la que fue mi mejor amiga, y que dejó de serlo debido a el distanciamiento que sufrimos al principio de la universidad; a aquel novio que me dejó el día de su cumpleaños y a todas a esas personas con las que, sin darme practicamente cuenta, había dejado de hablar. Demasiada nostalgia ¿no creeis?

Sin embargo, hoy me he decidido a cogerla. He dejado el campus de la universidad, tengo la carrera terminada, y lo que me apetece es coger esa vieja bicicleta de la parte de atrás del jardín y llorar por los momentos pasados mientras la velocidad aireaba mis pensamiento como antaño, pero ¿sabeis una cosa? No he llorado, he sentido el viento en la cara y he visto esos recuerdos en mi mente mientras recorro las calles de la gran ciudad y solo he podido sonreir. Es cierto aquello de que no se trata de olvidar, sino de recordar sin que duela. Es cierto que el tiempo no cura las heridas pero crea duras cicatrices.

Se me ha pinchado una de las ruedas en el camino. ¿Cómop no se me había ocurrido que aquello pudiera pasar? Tantos años inutilizada habían pasado factura. Un coche pasa de largo y se para a pocos metros. Y ¿a que no adivinais quién es? Es él. Aquel chico que me abandonó, que se fue con sus padres el mismo día de su cumpleaños. Es él.

-¿Sandra?- parecía extrañado de encontrarme allí, pero ¿que hacia él allí?

-¿David? ¿Que haces tú por aquí? Te hacia por Canadá

-Volví hace un año. Aunque tengo la esperanza de volver a irme- sonrió. Me alegraba verle de nuevo.-Veo que tienes una rueda pinchada. ¿Sigues aún montando en esa bici?

-Bueno, ha sido un ataque de nostalgia en realidad. Hacía mucho que no la tocaba

-Da igual. ¿Quieres que te lleve a alguna parte? Mi coche está ahí

-En realidad no quiero ir a ninguna parte en concreto

-Entonces...¿qué quieres hacer?

-Por una vez, quiero dejarme llevar- Me planto en frente de la puerta de copiloto- ¿Nos vamos?

-Claro, pero hacia donde

-A donde queramos ir

-Que te parece... Canadá

-Me parece el destino perfecto- respondo, aceptando esa aventura que seguro traerá consigo todo lo que necesitaba, pero que sin saberlo ya tenía: felicidad.

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