Cuando llegue a la revista vi a mi chica apoyada en el recibidor. Era guapa y simpática, siempre había sido la tía más buena del grupo y para ser sinceros jamás imagine que fuera mía, pero lo fue y poco después me di cuenta de que le sobraba una de todas sus cualidades, era demasiado independiente. De hecho en más de una ocasión ya me ha rechazado al pedirla vivir juntosporque aunque parezca extraño soy yo quien se lo ha pedido, que ¿por qué? muy sencillo no quiero seguir en la casa de mis padres ni comprarme un piso yo solo.
-¡Eva!- se giró y como si estuviera observando a la mismísima diosa afrodita, abrí la boca de par en par, ¡estaba radiante!. Llevaba ese magnífico vestido que le había regalado para su cumpleaños, aquel que marcaba cada una de sus curvas, y por si ese fuera poco encanto, me sonrió con esa partícular forma suya que tanto me gustaba y me volvía loco. Entre tanto yo me había acercado a ella- ¿qué haces aquí?
-Solo venía para enseñarte el modelito que me voy a poner para la cena de esta noche por tu cumpleaños- ¡oh Dios mío!, era cierto, ¡mi cumpleaños! - Quiero que esta noche te vayas a la puerta de mi casa, con tu mejor traje, y me esperes. Llegaré a eso de las diez ¿ok?- sin palabras, totalmente mudo, ¡era mi cumpleaños y ni siquiera lo había recordado!- ¡Víctor!

Enbelesado fui al ascensor y subí hasta el tercer piso donde me espera esa odiosa rutina de la que tanto os he hablado. No me sentía con fuerzas para currar y lo cierto es que aunque estuviera allí terminaría haciendo poca cosa; pero la realidad es esta y hoy por hoy si no trabajas no comes, es ley de vida.